
Adusta su mirada rememora
las fechas que parieron sus dolores
los actos de barbarie, los horrores
de guerras y violencia destructora.
La suerte de sus vástagos la llora
en medio del desdén de sus captores
sonaron las metrallas y fulgores
de balas de la muerte predadora.
La pena la disuelve y la despoja
de prístina sonrisa acostumbrada
el duelo del entierro y la congoja
nublaron su razón aletargada.
La vida es tan injusta y se sonroja
gritando que no vale una chingada.
El Armador de Sonetos.
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