
Las tersas superficies que en su día
lustrosas opacaran con albores
hoy quedan oxidadas, sin clamores
ni visos de entender zalamería.
Carencia de esperanza del vigía
conlleva a vericuetos de rumores
de un fin que se aproxima, de amargores
que encallan al garete en cobardía.
Y llega, como el agua a la cintura
la dulce negación a lo proclive,
la brújula señala con factura
el daño a la razón que se desvive.
La vida es similar a la aventura
en este bravo mar en que se vive.
El Armador de Sonetos.
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